Con mayo llegan las ferias y las farias y las furias. Para el niño que yo fui, la feria primera siempre fue la de los “caballitos”, ese no-lugar de casetas con actuaciones delirantes (seres humanos con cuerpo de serpiente, motoristas diabólicos), el teatro de Manolita Chen con vedetes descocadas, una vida que es una tómbola, tom, tom, tómbola, de luz y de color ofrecidos por la Muñeca Chochona y el Perrito Piloto, y los carruseles, la noria, el pulpo y el tren de la bruja. Para ese niño la feria era también la de los toros. Ahora se lleva poco la cosa taurina. Morante no cotiza en la cultura ¿hodierna?
Periféricos y consumibles
Mis ferias, mis farias, mis furias, por Javier García Rodríguez
Festejo taurino en la plaza de toros de Arlés, en Francia. /
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