Cuando era adolescente, cuando tenía 14 años, Deborah Eisenberg llevaba siempre encima un ejemplar de 'El bosque de la noche', de Djuna Barnes, o uno de 'A contrapelo', de Joris-Karl Huysmans, como si fuese un talismán. "Creía que nada malo podía pasarme si llevaba alguno de los dos conmigo", le dijo en una ocasión la escritora a Catherine Steindler, una periodista de Paris Review. A continuación le dijo que, por esa época, en el instituto, todo el mundo quería ser escritor. Ella lo era de verdad -"escribir me daba paz, lo ponía todo en su sitio", le dijo también-, pero durante demasiado tiempo le pareció tan sagrado que lo rehuyó. Tenía casi 40 años cuando publicó su primer relato. No era el primero que escribía, aunque hacía poco que había empezado a tomarse en serio lo de escribir.
Quemar después de leer
Deborah Eisenberg y los peligros de fumar en la cama (y en todas partes)
La escritora, guionista y actriz, suerte de Norah Ephron 'indie', no fue capaz de escribir hasta que no dejó el tabaco, pero tampoco fue capaz de reconocerse a sí misma
Quizá por eso no haya dejado de ser otra, y viva su vida como una ficción que se vuelve real en sus relatos, recién editados por Chai Editora
Quemar después de leer. Deborah Eisenberg /
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