Contracrónica del 'show'

Springsteen en Barcelona: cuando Mr. Marshall es catalán

La presencia de los Obama y los Spielberg se olía, del mismo modo que hueles los perfumes de ricos: por una inevitable imposición

Bruce Springsteen durante su concierto en el Estadi Olimpic Lluis Companys / FERRAN NADEU

El viejo Montjuïc es un rincón de la ciudad al que nunca ha sido fácil llegar, algo que el inevitable maquillaje azulgrana no sanará a pesar de eso que dicen de que quizá en breve haya un ser divino correteando por este monte (este viernes con tintes de Rushmore). Prometía ser aun más hostil con la sospechada bunkerización por la anunciada presencia en el concierto de Springsteen de un selecto grupo vacacional hollywodiense (había muchos otros anoche en el Estadi Olímpic, quizá no con tanta pompa). En el escenario los Springsteen (aunque Patti Scialfa no estuvo con la E Street Band, como en las última fechas), en algún otro lugar los Obama, los Spielberg, amigos todos (a esta hora nadie sabe si Tom Hanks ha llegado a la ciudad o no paró de correr a tiempo).