Los lectores de John Banville saben perfectamente lo que van a encontrar en sus novelas: un maestro del estilo y un mago de la metáfora, un talento sensorial único y un abordaje imprevisible de la frase. Banville parece a veces comprometido con no entregarle al lector una sola frase que no esté bien elaborada literariamente, loca por escapar a las inercias y la expresión convencional. El resultado es un párrafo denso (al estilo de las buenas sopas) y una morosidad de la acción (como si viéramos pulir, bloque a bloque, el mármol de un palacio) que al principio puede sobrepasar (o por lo menos aturdir) al lector acostumbrado a una prosa más funcional, pero una vez adaptado al ritmo y a la exigencia de Banville encontrará muchísimas recompensas. La prosa de Banville pertenece por derecho propio a la familia de las de Bellow, Nabokov o Updike. Así que les animo a perseverar.
Crítica de libros
Crítica de 'Las singularides' de John Banville: la curiosidad del demiurgo
El autor irlandés despliega de nuevo su elaborado estilo y su socarronería en una novela que persigue las emociones de tres personajes imperfectos
El escritor John Banville. /
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