El 10 de febrero de 1980, el público del Camp Nou ovacionó a un jugador del Real Madrid. No es algo que pase cada domingo. De hecho, no ha vuelto a pasar desde entonces. El futbolista que se ganó los aplausos de la parroquia barcelonista era Laurence Paul Cunningham, un hábil extremo negro de 23 años que con sus regates y sus carreras dejó una y otra vez en evidencia no solo a su marcador, Rafa Zuviría (“fue la única noche de mi vida en la que no pude dormir después de un partido”, admitió el lateral argentino del Barça), sino también al intimidante central Migueli. Aunque se quedó sin marcar, Cunningham contribuyó aquel día decisivamente a la victoria del equipo blanco por 0 a 2 después de sacar a bailar a toda la defensa azulgrana. Al fin y al cabo, a Laurie siempre le gustó más bailar que patear el balón. “Su inspiración eran los bailarines –afirmó años después Nikki Brown, su novia de entonces-, no los futbolistas”.
Goles, trajes y soul
Laurie Cunningham, el dandi bailarín que regateó al racismo
Una biografía explora la pasión por la música y la ropa del primer futbolista profesional negro que jugó en la selección inglesa
Laurie Cunningham, en Madrid con su Porsche en octubre de 1982. /
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