Quemar después de leer

Hablemos de maternidad gótica: el caso de 'El papel pintado amarillo', por Laura Fernández

Nikolai Gógol tuvo una madre delirantemente entusiasta que convencía a todo el mundo de que su hijo era el autor de cualquier novela que se cruzase en su camino. La de la oscura y genial Charlotte Perkins Gilman, en cambio, únicamente se mostraba afectuosa con ella cuando creía que estaba dormida. Casualidad o no, Gilman es la autora del primer clásico sobre la pérdida de la cordura tras la maternidad que existe

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No ocurre a menudo que un escritor hable bien de otro. Mucho menos, que un escritor escriba sobre otro. Que le conozca tan bien, que tan íntimamente haya explorado su obra, que se sienta capaz de dedicarle no únicamente unas palabras de elogio, sino incluso un libro entero. Ocurrió con Vladimir Nabokov. El autor de 'Lolita' y 'Pnin', de 'Pálido fuego' y 'La verdadera vida de Sebastian Knight', escribió un divertidísimo ensayo biográfico y literario sobre Nikolai Gógol. Lo publicó el año 1944. Es decir, casi un siglo después de la muerte del autor de la descacharrante, inacabada y casi un género en sí misma 'Las almas muertas'. Nikolai Gógol, el genio ruso que lo esquivó casi todo, incluida su propia fama, había muerto en 1852, a los 42 años.