El año 1959, un escritor y pediatra londinense llamado Martin Bax fundó una revista literaria que acabaría por sacudir los cimientos del mundo, o, mejor, de la realidad, y su, a menudo mojigata, representación. La revista se llamaba 'Ambit', y no iba a tardar en contar entre sus colaboradores con el por entonces ya ilustre (y raro) James Graham Ballard, el aún no autor de 'El imperio del sol' pero ya sí de 'Exhibición de atrocidades', 'El mundo sumergido' y 'Crash', el amante de lo distópico contemporáneo, de un fin del mundo en marcha, de la nada sutil perdición del turbocapitalismo y del consumismo pantalla, de la oscuridad (y el Mal) que anida en uno y otro. Iba a contar 'Ambit' con sus cuentos, pero también con sus ideas. Ideas ballardianas, esto es, ideas reconstructivas.
Quemar después de leer
El mundo es una novela de J. G. Ballard, por Laura Fernández
J. G. Ballard y, en segundo plano, Andreu Navarra, Beatriz García Guirado, dos ejemplares de la revista ’Ambit’ y un blíster con pastillas de una droga. /
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