La ética de las imágenes prohibidas

Fotografía post-mortem: el caso del cadáver de Susan Sontag

La polémica sobre la exhibición de las fotos que Annie Leibovitz hizo a la autora norteamericana después de su muerte aporta argumentos encontrados al debate sobre la moralidad de la fotografía

Susan Sontag. / PETER HUJAR

Nadie como Susan Sontag, la gran crítica de la sociedad norteamericana fallecida en el 2004, a la hora de plantearse la ética de la fotografía, uno de sus grandes caballos de batalla. Lo hizo tempranamente en su ensayo ‘Sobre la fotografía’ y poco antes de morir en el fundamental ‘Ante el dolor de los demás’. La escritura de ese libro fue en paralelo al tercer cáncer al que se enfrentaba y a las imágenes de las torturas en Abu Ghraib que circularon entonces y que mostraban a los soldados iraquís disfrutando con aquellas terribles faena. No era la primera vez que las imágenes agredían a la autora. De niña se enfrentó a un libro de fotografías del Holocausto que fueron para ella un antes y un después en su formación como personas. La imagen nunca es neutral y así lo dejó escrito. Llamó a la cámara “arma depredadora” y afirmó que su utilización podía convertirse en una “agresión”.