La cita con la novela criminal

Andrea Camilleri, en el recuerdo de dos buenos amigos

La asistente del autor, Valentina Alferj, y el escritor y amigo Antonio Manzini, sucesor del siciliano, reivindican su legado en BCNegra

La moderadora Lauras Cervini, junto al escritor Antonio Manzini y la colaboradora de Andrea Camilleri, Valentina Alferj, en un acto donde se reivindicó el legado del autor italiano. / Manu Mitru

Dos de las personas que mejor conocían al añorado Andrea Camilleri han visitado Barcelona para traer su recuerdo. Son Valentina Alferj, asistente del autor, la mujer que le ayudó a escribir en su ceguera, y Antonio Manzini, autor de novela negra a quien todos señalan como el sucesor del siciliano, un honor que él pudorosamente rechaza. BCNegra recogía este miércoles en El Molino la evocación del incansable padre del comisario Salvo Montalbano por parte de estos amigos que tan bien le conocieron.

Alferj conoció a Camilleri en el 2002 en un evento cultural en Roma cuando el autor se encontraba en la cumbre de su propio fenómeno literario y desde entonces se convirtió en alguien importante organizando su trabajo y más tarde imprescindible. Fue las manos y los ojos de un autor encerrado en la total ceguera que le sobrevino en el 2016. Porque eso no frenó a Camilleri en su incansable actividad como escritor. “Tenía que escribir diez páginas todas las mañanas de cualquier cosa. Ya fuera literatura o una carta a su nieta. Por la tarde necesitaba leérselas a alguien porque para él, que había sido un hombre de teatro, la oralidad era muy importante”, explica aquella colaboradora que en la actualidad lleva una agencia literaria en la que también gestiona los derechos de autor de Manzini.

Una lengua inventada

Se ha dicho que Alferj era la mujer que recogía el dictado de Camilleri pero eso no corresponde exactamente a lo que realmente hacía. Es sabido que las novelas del autor están escritas en vigatés, una lengua inventada por el propio autor a partir de las variantes dialectales de la isla de Sicilia y especialmente de la de Agrigento. Vigata es una ciudad imaginaria en la que muchos han querido reconocer Porto Empedocle, el lugar donde el autor nació en 1925. Alferj, nacida en los Abruzos lejos de Sicilia, se impregnó, sin embargo, de aquella lengua nueva y arcaica a la vez a la que Camilleri había accedido de niño cuando escuchaba a los campesinos y los pescadores. La colaboradora reinterpretaba el texto junto al escritor en un insólito proceso creativo. “Andrea con sus libros enseñó a sus lectores este idioma, el vigatés, de tal forma que muchas de las expresiones y las palabras que él había inventado pasaron a ser parte del idioma italiano”. Eso hizo que una novela como 'Riccardino', el último Montalbano, recientemente aparecida en Salamandra, tuviera dos versiones: la primera escrita en un vigatés incipiente en el 2006 y la segunda, diez años después y ya con la ayuda de Alferj, en plena posesión de esa lengua. “Y pudo hacerlo porque había adquirido un pacto muy fuerte con los lectores”. Alferj no se considera una escritora, no ha escrito nada fuera de las colaboraciones con Camilleri, “yo fui solo un instrumento para que él pudiera expresarse, nada más”.

Con una nueva novela bajo el brazo, 'Hagan juego' (Salamandra), séptima entrega del comisario Rocco Schiavone y centrada en el tema de la ludopatía como lacra social, Manzini explica el valor de Camilleri en la literatura italiana. “Él hizo que la novela negra fue considerada en Italia verdadera literatura. Abrió de par en par una puerta que años atrás en cierta manera había inaugurado Leonardo Sciascia con un mayor contenido político. Andrea recuperó el modelo serial del comisario Maigret de Simenon y destacó en un país donde existen 14.825 detectives de ficción".