Quemar después de leer | Artículo de Laura Fernández

Katherine Mansfield y los escritores tentados por el cloro

Se sabe que Franz Kafka nadaba asiduamente, pero quizá menos que Lord Byron también lo hacía. Lo recuerda Luanne Shapton, exnadadora profesional y artista, en 'Bocetos de natación', un 'memoir' con aspecto de obra de arte que sumar a las páginas de clásicos como 'El nadador' o los relatos de 'En un balneario alemán' de la indomable archienemiga de Virgina Woolf.

La escritora y artista Katherine Mansfield / SARA MARTÍNEZ

Esta semana se han cumplido 100 años de la muerte de Katherine Mansfield. Mansfield, una 'outsider', en palabras del mismísimo Leonard Woolf, alguien a quien, el exclusivo y nada empático grupo de Bloomsbury trató siempre con desdén, por no ser más que “una provinciana” a quien le estaba permitido “mirar pero no tocar” aquello que tenían —su fama, la bohemia, Londres—, había nacido en Nueva Zelanda, y había acabado en la capital británica porque nunca nada le parecía suficiente. Es injusto que haya pasado a la historia como nota al pie en la vida de Virginia Woolf —la amiga enemiga con la que la autora de 'La señora Dalloway' decía competir, y sin la que, decía, sus libros serían peores— siendo como fue una especie de fuerza de la naturaleza que pasó en el mundo 34 intensos años.