Charles Dickens debió hacer un buen puñado de cosas el 29 de marzo de 1855. Entre ellas escribir una carta a su ex —en realidad, un amor de juventud—, Maria Beadnell, y a su marido, Henry Louis Winter con quienes acababa de retomar el contacto. En la carta, el escritor ofrece trabajo en su revista a Beadnell, además de una entrada para el teatro, y le dice al marido que no se preocupe por su pequeño bache económico —más que bache, la pareja está en la ruina—, porque todo el mundo está pasando por lo mismo y no tardarán en reponerse.
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Descubierto un falso Charles Dickens, por Laura Fernández
En los años 90, desesperada, la periodista y biógrafa Lee Israel se dedicó a falsificar cartas de escritores que se vendían como originales, un negocio que siempre estará en auge y que pasa desapercibido a menos que, como ha ocurrido esta semana, el falsificador se atreva con un 'pope'
Dickens y sus cartas falsificadas. /
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