Seis mil páginas, siete volúmenes, 2.500 personajes y unos cuatro meses de lectura por delante si le dedicáramos tan solo una hora al día. Esa es una forma, muy pobre, de acuerdo, de aproximarse a ‘En busca del tiempo perdido’, de Marcel Proust. Pero puede bien ser una medida de su exigencia. Los números aunque fríos dan cuenta de la gigantesca magnitud de esa epopeya mundana, esa cima de la literatura contemporánea, concretamente de la que posiblemente cierra el siglo XIX y abre la puerta a las complejidades psicológicas del siglo XX. No refleja lo mejor: su intento de atrapar lo inasible, el tiempo que huye de nosotros y que solo gracias a la escritura es posible que quede atrapado en belleza, como mariposa en una gota de ámbar.
Centenario de la muerte del gran autor francés
Cómo traducir a Proust: no convertir el ovillo en madeja
La nueva versión de 'En busca del tiempo perdido', firmada por María Teresa Gallego y Amaya García Gallego de la editorial Alba, es la gran novedad de la celebración literaria
El escritor Marcel Proust, a finales de 1800.
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