Mi primer recuerdo del sujeto en cuestión (pero, también, uno de los más inolvidables) es el de un Andresito C. de unos ocho años (yo tendría unos seis) derribando con una pesada maza una de las paredes de su cuarto. Y lo hacía con la anuencia de sus padres (conocidos de mis padres) porque no querían "castrar" su "manera de expresarse". Con las décadas transcurridas y las noches compartidas, cada vez que le evoco esta postal infanto-doméstica-destroyer de un lejano Buenos Aires a Andrés, este me mira y se limita a esbozar una sonrisa de Giocondo Mono Liso; como si yo lo hubiese alucinado o como si él se lamentase no haber continuado con los demolición hasta acabar con todo el edificio.
La Pared Calamaro
Vuelve Andrés Calamaro con una reedición de 'Honestidad brutal': ¿Exceso? No: Excelso
El escritor argentino Rodrigo Fresán y el cantante se conocieron con ocho años en Buenos Aires, cuando Calamaro ya reventaba paredes
Andrés Calamaro, en una imagen de archivo. /
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