En septiembre de 1923, un cantante argentino de virtudes discutidas, Francisco ‘Pancho’ Spaventa, actuaba en el teatro Novedades, de la calle Casp (hoy finiquitado), presentando el tango-canción, evolución de una música para bailar agarrado, en roce libertino e inmoral, que causaba furor en los salones parisienses. Ya había pasado por aquí Linda Thelma, amenizando los tés danzantes, pero Spaventa fue “quien de verdad introdujo el tango cantado en Barcelona”, como constata el mayor entendido en la materia, Xavier Febrés, en uno de sus libros referenciales, ‘Barcelona, tercera pàtria del tango’ (que firmó con Patrícia Gabancho; Quaderns Crema, 1990).
La caja de resonancia
¿Barcelona ya no es tanguera?
El año que viene se cumplirán cien años de la presentación del tango-canción en la capital catalana, urbe que fue bautizada como “tercera patria” del género rioplatense por Enrique Cadícamo y que acogió a Carlos Gardel (y a voces y músicos de futuras diásporas en los siglos XX y XXI). Hoy apenas quedan vestigios de la Barcelona más tanguera y, por extensión, más bohemia.
Bailarines de la categoría ’salón’ en la décima edición del Mundial de Tango de Buenos Aires 2012. /
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