Albert Camus temía dejar sus manuscritos en casa. Cuando estaba escribiendo una nueva novela, solía llevarlos encima cuando se alejaba más de la cuenta. Es por eso que el día en que sufrió el accidente que acabó con su vida viajaba con el manuscrito de la que acabaría siendo su novela póstuma: El primer hombre (Tusquets). Tenía 47 años. Hacía tan sólo un año que había sido distinguido con el Premio Nobel de Literatura. Nada más saberse el fallo, le había escrito un telegrama a su madre sordomuda. “Te necesito más que nunca ahora mismo”, le había dicho. Temía el odio que el Nobel iba a generar en su entorno más cercano. Jean Paul Sartre, que había sido buen amigo y admirador de su obra, llevaba tiempo tratando de destruir su reputación. E iba a seguir haciéndolo.
QUEMAR DESPUÉS DE LEER
El oficinista maldito que todos llevamos dentro
Ha vuelto Bob Slocum, el protagonista perdido y cruel de 'Algo ha pasado', el primer 'american psycho', el más doloroso y certero retrato de nuestro enemigo final, hoy más al acecho que nunca: nosotros mismos
Albert Camús y Joseph Heller /
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