La sala Barts se ha convertido en Paral·lel 62, y no estamos ante un simple relevo nominal o una sustitución de operadoras sin mayores consecuencias: se trata de un cambio de marcha en la gestión de un escenario de referencia. Giro estratégico con el que el Ayuntamiento, propietario, desea introducir otras maneras de hacer, entendiendo que la música es más que la oferta manejada por las promotoras del circuito comercial. Esa es la teoría, y el desafío.
La caja de resonancia
Paral·lel 62: ampliar, no sustituir
La sala hasta ahora conocida como Barts afronta una oportunidad histórica para expandir la noción de música en vivo, sin superioridad moral, y demostrar la viabilidad de un proyecto comunitario más allá de la consigna política
El Interior de la nueva sala Paral·lel 62, que este fin de semana ha acogido el festival Say it Loud. /
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