Se concede el premio Nobel mientras yo participo en un congreso sobre escritura creativa e imaginación literaria. Todos los asistentes –profesores, escritoras, variadas mezclas de ambas condiciones, especialistas en géneros, seguidores del maxibón te pone on, también personas que quieren escribir porque les va la vida en ello- entretienen los minutos posteriores al mediodía conectándose al mundo real a través de sus móviles, tabletas y portátiles para conocer la concesión del Premio Nobel de Literatura. Yo hago mi ponencia con soltura homeopática y con gracejo mesetario. Terminada mi intervención, más urgente que quirúrgica, una escritora en ciernes, algo triste, me pregunta desde el público por “les noveles”. Que qué opinaba yo de “les noveles” de este año. Entre el ruido de los que abandonan la sala como otros abandonan la esperanza a las puertas del infierno, el alboroto de los que se preparan para intervenir, los carraspeos forzados como los trabajos y los días, y los abrazos que resuenan en las espaldas de acero toledano, lo que yo escuché fue “les noveles” y creí entrever un guiño a la llingua asturiana en esta terminación dada mi procedencia y adscripción geográfica. Y, como no especialista en la materia, remití a Pozuelo Yvancos, atento en la gavia de la nave crítica. Mas no eran “les noveles” el interés de la apenada escritora bética o penibética, sino “los nobeles”, con o de premio y be alta como la luna, ay, ay, como la luna, para ver los soldados de Catalunya.
Periféricos y consumibles
'Nobelerías'
Galardón del premio Nobel /
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