Me pilló la retirada de Roger Federer en Lausana, territorio olímpico. Un congreso sobre reescrituras, 'remakes' y ficciones expandidas. Andábamos liados dándole vueltas a la metaficción en el ámbito hispánico cuando alguien comentó la noticia en el francés de los suizos, que es un francés sin crema, pero con relleno nórdico. No interesó mucho la noticia entre los universitarios europeos, ni siquiera cuando la despedida del tenista de Basilea comenzó a circular en la koiné que nos permite pedir una burger en Iowa, una hamburger en Munich, una cangreburger en la mar mediterránea o un guóper en la Ría de Arosa y ríase la gente. Tampoco cuando la armada invencible, los hispanos, la roja, la rojita y sus hipóstasis en la asamblea congresual comenzó a derivar sus ficciones hacia los partidos épicos -decían épicos por acomodo grecorromano-, las batallas campales, los enfrentamientos históricos entre el suizo y la ensaimada de Rafa.
Periféricos y consumibles
En tenis o en lo otro
Roger Federer. /
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