Bienvenidas sean Cordelia y Elaine, otra vez

'Ojo de gato', el clásico de la Margaret Atwood no distópica que vuelve, retraducido, disecciona la crueldad adolescente femenina como pocos

La escritora Margaret Atwood.  / Sara Martínez

Edgar Wright nació en un lugar llamado Poole, en Dorset, Reino Unido. Empezó a dirigir películas cuando tenía 14 años. A los 20 ya tenía una futura obra de culto en algún tipo de antena, un western que se reía de sí mismo titulado A Fistful of Fingers, algo así como Un puñado de dedos. Hizo lo mismo con el terror zombie y el policial en las brillantemente absurdas Shaun of the Dead y Hot Fuzz. Su estilo es inconfundible, plástico e hiperbólico. Elegantemente pulp. Él lo considera algo que llama Homage-O-Meter, es decir, un homenaje a un director que admira y exprime cada vez. Nada de eso importa en realidad. Lo que importa es lo que hizo en su última, efectiva y lynchiana —de un Lynch slasher— película, Última noche en el Soho: diseccionar la crueldad adolescente femenina.