Edgar Wright nació en un lugar llamado Poole, en Dorset, Reino Unido. Empezó a dirigir películas cuando tenía 14 años. A los 20 ya tenía una futura obra de culto en algún tipo de antena, un western que se reía de sí mismo titulado A Fistful of Fingers, algo así como Un puñado de dedos. Hizo lo mismo con el terror zombie y el policial en las brillantemente absurdas Shaun of the Dead y Hot Fuzz. Su estilo es inconfundible, plástico e hiperbólico. Elegantemente pulp. Él lo considera algo que llama Homage-O-Meter, es decir, un homenaje a un director que admira y exprime cada vez. Nada de eso importa en realidad. Lo que importa es lo que hizo en su última, efectiva y lynchiana —de un Lynch slasher— película, Última noche en el Soho: diseccionar la crueldad adolescente femenina.
Bienvenidas sean Cordelia y Elaine, otra vez
'Ojo de gato', el clásico de la Margaret Atwood no distópica que vuelve, retraducido, disecciona la crueldad adolescente femenina como pocos
La escritora Margaret Atwood. /
Lo más visto
- Adiós a otra tienda centenaria de Barcelona: "Cerraremos cuando agotemos las existencias"
- Los vecinos del bloque Venus perderán el realojo gratuito en La Mina si no renuncian a pedir indemnizaciones
- Nuria Roca explica la ausencia de Gonzalo Miró en su programa: "Nos ha cambiado por una mochila"
- Detenido un soldado estadounidense cuando estaba como turista en Rusia
- El Ayuntamiento de Barcelona pone fin a la feria de payés de Sant Antoni a petición de los 'paradistas' del mercado