El pasado sábado desayuné en un mesón de Madrid cuyo bar estaba adornado con media docena al menos de cabezas de toros disecadas -jandillas, vitorinos, cuvillos-, varias docenas de fotografías de toreros y festejos -en una de ellas, Manuel Benítez El Cordobés con Franco, ambos sonrientes- y un altar acristalado con la imagen de una virgen, varios búcaros con flores de plástico y una chaquetilla torera en blanco y oro sobre un torso de maniquí. Debajo del altarcillo, cuatro policías nacionales jóvenes, guapos y musculosos como tronistas de reality show desayunaban sus cafés con porras. Los toros difuntos tenían su destino grabado en unas placas plateadas: nombre del astado, lugar donde fueron muertos, matador, fecha del toricidio (esto seguro que se lo leí a Vicent) y el juicio del respetable ante la faena. Ferias y farias.
Periféricos y consumibles
'Fast and ferias'
Uno de los puestos de la Feria del Libro de Madrid /
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