Matès entraba en el Sonderkommando de Auschwitz en marzo de 1943. Era probablemente el peor destino para los presos de los nazis. "El Infierno de Dante es inmensamente ridículo comparado con el verdadero infierno de aquí", aseguró Chaïm Herman, uno de los pocos supervivientes junto a Shlomo Venezia. Se les obligaba a abrir las cámaras de gas y sacar los cadáveres de hombres mujeres y niños, extraerles los dientes de oro y cortarles el pelo, y llevarlos hasta los crematorios, donde debían meterlos en los hornos. Negarse significaba la ejecución inmediata. La invención del Sonderkommando era "el crimen más demoniaco", dijo Primo Levi; unos opinaban que aquellos hombres no tenían "ningún reflejo de dignidad humana", mientras otros los veían como "desgraciados que solo merecían piedad". La historia de Matès la persigue en ‘Historia de los abuelos que no tuve’ (Anagrama, también en catalán) el francés Iban Jablonka (París, 1973), cuya "ética como historiador" le ha llevado a "huir de cualquier ficción" para llenar, o no, con una exhaustiva investigación, los numerosos vacíos de la biografía familiar.
Entrevista
Ivan Jablonka: "El Sonderkommando demuestra el carácter diabólico del nazismo"
El historiador francés intenta llenar los vacíos de su familia, asesinada en Auschwitz, en ‘Historia de los abuelos que no tuve’
Matès, el abuelo de Ivan Jablonka, con dos de sus hermanos, Henya y Hershl. /
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