Nick Cave es, desde hace mucho, el melodrama gótico hecho rock and roll. El australiano lleva más de cuatro décadas, primero al frente de la banda ‘art-punk’ The Birthday Party y después al de la prodigiosa formación The Bad Seeds, hallando inspiración en lo macabro y lo sombrío, y en el rastro que la muerte deja entre los vivos. En los años posteriores a la muerte de su hijo adolescente Arthur en 2015, eso sí, el duelo dejó de ser su musa para convertirse en un enemigo del que escapar, y esa huida quedó precisamente retratada en su exquisito álbum ‘Ghosteen’ (2019). Y hasta el lunes su proceso de sanación parecía encarrilado; así lo dejó claro ‘Carnage’, el disco que publicó el año pasado a dúo con el multiinstrumentista Warren Ellis -miembro de The Bad Seeds desde 1994- y del que manaban un aura de optimismo y un mensaje en pro de la unión colectiva frente a un presente incierto y oscuro.
Nick Cave: condenado al duelo por los hijos muertos
El documental 'This much I know to be true', en el que el artista se muestra recuperado de la muerte de un hijo en 2015, llega este miércoles a las salas, dos días después de la muerte de otro hijo
Warren Ellis, el guardián del chicle sagrado de Nina Simone
Nick Cave, en un fotograma de ’This much I know to be true’.
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