El sábado llovió, salió el sol, granizó y sopló un viento huracando. Tan cambiante como el tiempo fue la suerte de los libreros y editores que montaron sus paradas de Sant Jordi en las calles de Barcelona, en las zonas asignadas para ello por el Ayuntamiento. Algunos no solo salvaron los muebles en medio del temporal sino que pudieron cerrar la jornada con un balance moderadamente satisfactorio. Otros, en cambio, lo perdieron todo o casi todo. El desastre, más que por barrios, fue por tramos. Y son varios los factores que explican ese destino dispar.
Libros pasados por agua
Sant Jordi: el desastre fue por tramos
Algunas librerías sufrieron pérdidas de hasta 50.000 euros mientras que otras, con más suerte, pudieron recurrir a la experiencia o el ingenio para minimizar los daños
Trabajadores de la Documenta intentan secar libros (y plásticos) en la trastienda de la librería. /
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