La tarea más engorrosa de cuantas nos ocupan en el Cadogan es el expurgo de la biblioteca, la eliminación del polvo depositado en las baldas, aun las que se encuentran a resguardo tras cristales, la mayoría. Las partículas insidiosas se cuelan por las rendijas y flotan en el aire hasta decidir dónde se posan para mortificarnos mejor. Desde los tiempos de la reina Victoria, hemos venido perfeccionando algunos trucos para aligerar la tarea, como limpiar los libros de dos en dos con una brocha plana de pintor o colocar pedazos de tafetán sobre el corte superior de los volúmenes, entre la cabezada y el lomo, pequeñas tiras de tela cortadas a medida que sacudimos cada tanto; la seda tupida chupa muy bien el polvo. En cualquier caso, una pesadilla doméstica, como la de mantener cierto orden entre los títulos y encajar los que van llegando.
Hotel Cadogan
Los libros recomendados por Olga Merino: Flaubert, gótico y barcelonés
Carpenoctem acaba de publicar 'Dos cuentos góticos', dos relatos que el autor francés escribió en 1836, a los 15 años
Gustave Flaubert, en un cuadro de Pierre François Eugène Giraud de 1856 /
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