Antes de mujeres, hombres y vicetiples, antes de islas de las 'tentacciones', antes de 'first dates', mucho antes de las páginas de contactos y de las 'apps' de citas, andábamos por el mundo los humanos de la piel de toro televisiva perseguidos por Jesús Puente, Isabel Gemio y Pedro Rollán, 'cheerleaders' que se empeñaban en que nos creyéramos que lo que necesitábamos era amor. Y había siempre alguien que, con más pana -ojo, corrector- que gloria, perseguía a alguien hasta su piso en las afueras o hasta su adosado en la urbanización para declararle su amor con una 'roulotte' colorista y cientos de globos, o que lo sorprendía en su trabajo de reponedor en el súper o de jefa de negociado en la delegación de Hacienda con música de fanfarria y lírica de purpurina. Todo esto junto, o incluso por separado, hoy estaría tipificado en el código penal. Y con razón, corazón.
Periféricos y consumibles
Lo que necesitas es amor
Jesús Puente, en el programa ’Lo que necesitas es amor’ /
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