Es Carnaval, pero bromas las justas. Don Carnal debería dar para mucho porque somos de carne mortal, de risa loca y de exceso, pero cómo hacerlo con nuestros hermanos ucranianos muertos, heridos, escondidos, desplazados, en guerra sin paz. Todos los hermanos, padres e hijos, almas muertas, que viven este crimen y este castigo, vida y destino, resurrección en su horizonte. El maestro y Margarita, Anna, el jugador, la hija del capitán, quizá Lolita, la madre sin capote. En las noches blancas, noches en blanco, solo recuerdan las memorias de la casa muerta, las memorias del subsuelo, pensando que el idiota, el malvado, no alcanza a tener ni corazón de perro.
Periféricos y consumibles
Carnaval, ceniza, Ucrania
Imagen de destrucción en la ciudad de Brovary, en las cercanías de Kiev /
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