Los pilares de la vieja Inglaterra tiemblan como varas de bambú por las aventuras sexuales del príncipe Andrés y los saraos de Boris Johnson durante el confinamiento, no tanto por la contravención de las normas, sino porque el primer ministro mintió ante el Parlamento e ignoró el luto por el duque de Edimburgo. Quién te ha visto y quién te ve, Boris. Alega que nadie le advirtió de la ilegalidad de las fiestas en Downing Street, aun cuando en una de ellas se convidó a más de un centenar de personas con la consigna de que se trajeran su propio alcohol ("'bring your own booze'"). Otras juergas no fueron para tanto: apenas unas tablas de queso en el jardín y jugar al Pictionary. ¡Si Kingsley Amis levantara la cabeza!
Hotel Cadogan
Botellón en Downing Street
Si las fiestas de Gatsby simbolizan la vacuidad del sueño americano, las de Boris Jonhson, ay, suponen el despertar de la resaca del Brexit
Leonardo DiCaprio y Carey Mulligan, en ’El gran Gatsby’.
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