La vida de William Lindsay Gresham acabó un mal día de septiembre de 1962 en un mugriento hotel del sur de Manhattan de una sobredosis de pastillas. Tenía 53 años, le habían diagnosticado un cáncer de lengua y arrastraba una larga y trabajada trayectoria de alcoholismo. El cuerpo lo encontró un botones 24 horas después de que se hubiera inscrito con otro nombre. Y sin embargo, el difunto había sido años atrás un escritor de fama y dinero gracias a una novela única, ‘El callejón de las almas perdidas’, que solo un año después de su aparición en 1946 llegó a Hollywood para convertirse en una de las películas más extrañas y desagradables jamás rodadas allí, una historia sórdida de vidas miserables -incluso para los parámetros ‘poco amables’ de un Horace McCoy o un Jim Thompson- sobre un mentalista de feria ambulante que escala fugazmente hasta la alta sociedad como vidente para descubrir que la monstruosidad se exhibe en las ferias y se oculta entre la gente bien, pero existe en ambos lugares.
Un clásico 'underground'
Ascenso y caída de William Lindsay Gresham, una víctima más en 'El callejón de las almas perdidas'
El sello Sajalín recupera la novela de culto que fue película en 1947 y vuelve a serlo ahora de la mano de Guillermo Del Toro
Tyrone Power, protagonista de la versión de 1947 de ’El callejón de las almas perdidas’. /
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