Crítica de clásica

Un Evgeny Kissin mágico en el Auditori

  • El pianista ruso demostró en el ciclo BCN Clàssics por qué es uno de los más afamados intérpretes de Chopin

Evgeny Kissin, en el Auditori. / A. Bofill

Con un Auditori con el aforo restringido debido a la pandemia, regresó Evgeny Kissin a Barcelona después del éxito alcanzado en el Palau el año pasado, siempre en el curso de BCN Clàssics. El pianista ruso dedicó la velada a su maestra, Anna Pavlovina Kantor, fallecida en julio con 98 años. En su honor arrancó el programa con fuegos artificiales, una transcripción del polaco Carl Tausig de la ‘Toccata y fuga en re menor’ atribuida a Bach, en una versión energética y pirotécnica con la que Kissin se mostró cargado de potencia.

En un dramático juego de contrastes le siguió un introvertido y casi trágico ‘Adagio en si menor, K.540’, de Mozart, ejecutado sin prisas y cargado de solemnidad, como si se tratara de un ritual de una profundidad casi fúnebre, pero delicado y elegante.

Virtuosismo con gracia

En la ‘Sonata para piano Nº 31, Op.110’ de Beethoven, Kissin se mostró natural, preocupado del sonido de las diferentes voces y de ofrecer la suficiente ligereza en los pasajes que así lo exigen, con un segundo movimiento impecable, tal y como sonaron los dos fugados del último movimiento, en los que se recreó.

La segunda parte estuvo dedicada a uno de sus autores favoritos, Chopin, con siete mazurcas leídas con total virtuosismo, pero sin olvidar nunca la gracia y el carácter propio de estas piezas, siempre con todo en su sitio y gran brillantez en cada trino, en cada acorde, para despedirse con una monumental versión del ‘Andante spianato’ y la ‘Gran polonesa brillante, Op. 22’. En una versión para el recuerdo, creó auténtica magia tanto en las cristalinas escalas descendentes del ‘Andante’ como en la tormenta arrolladora de la ‘Polonesa’.