Crítica de música

Jhay Cortez, reguetón de tiros largos (y poco público) en Badalona

El ídolo puertorriqueño desplegó autoridad y sentimiento en un Palau Olímpic con 3.500 asistentes, poco más de un tercio de su capacidad

 Jhay Cortez, en Badalona, el jueves. / Ferran Sendra

El declarado propósito de Jhay Cortez de conquistar el mundo camelando a quienes miran con recelo al reguetón se reafirma en su segundo álbum, ‘Timelezz’, y en esa puesta en escena de tiros largos, con formación de corte pop-rock (guitarra, bajo, teclados, batería), que pudimos apreciar este jueves en Badalona. Reencuentro con el Palau Olímpic, tras seis años sin acoger conciertos (por problemas relativos a la evacuación de la pista), que registró una concurrencia menor a la esperada, 3.500 asistentes, en un momento de enfriamiento de la venta de entradas a causa de la sexta ola pandémica.

Pero Jhay Cortez, o Jhayco, así corearon el nombre sus “fanáticos” (como él se refiere a los fans), transmitió autoridad, sentimiento y disposición a los matices instrumentales, rítmicos y vocales, en un recorrido a su obra que arrancó a golpe de ‘hit’ (‘No me conoce’) para inclinarse luego hacia materiales más recogidos (‘Kobe en L. A.’). Reguetón, con todo, imperial y con (intermitentes) capas de sonoridad orgánica, al servicio de textos donde la emotividad no excluye el guiño sexual más deslenguado: Cortez es el galán romántico que, en la intimidad de ‘En mi cuarto’ (incursión deep house cocinada con Skrillex), desliza sus rimas más sentidas: “quería tomar, contigo joder / yo quería fumar, contigo beber”.

Su perfil escénico resultó mesurado, sin culto a la personalidad, moviéndose bajo una luminotecnia de ambientes y sombras, y dejando que su surtido de éxitos sellara el vínculo con el público: de ‘Fiel’ a ‘Ley seca’, y de ahí a un ‘Dákiti’ arrollador con su mezcla ganadora de latinidad y cultura de club.