La forma en la que Spider-man se ha incrustado en el Universo Cinematográfico de Marvel es modélica. Kevin Feige, presidente de Marvel Studios e ideólogo y conductor de este universo, ha sabido darle el suficiente espacio personal para sus propias películas y un lugar privilegiado en la saga de Los Vengadores. Eterno adolescente, Peter Parker, el joven que se esconde tras la máscara del hombre araña, fue tutelado primero por Tony Stark, el magnate cobijado en el interior de la aerodinámica armadura de Iron Man, y, desaparecido este, ahora tiene en Dr. Strange a su nuevo y necesario protector. Porque Peter/Spider-man es el superhéroe más frágil y cercano de toda la escudería Marvel. De ahí su enorme éxito desde el momento de su primera aparición, de la mano de Stan Lee y el dibujante Steve Ditko: un chaval de 15 años –esa era su edad en los primeros cómics, publicados en 1962– convertido a su pesar en superhéroe con tantos poderes como responsabilidades.