Entre los huéspedes extravagantes, la mayoría en esta ilustre morada, nos hace especial tilín el papá de Peter Pan, Wendy y los niños perdidos, James Matthew Barrie (Kirriemuir, Escocia, 1860 – Londres, 1937). Miren si será rarito que invariablemente pide coles de Bruselas para el almuerzo por la extraña razón de que le encanta arrastrar el sonido de las palabras en inglés, ‘'Brussels sprouts’. Tímido, con bolsas violáceas bajo los ojos y una pipa apagada bajo el mostacho, el baronet J. M. Barrie se turba —lo tenemos comprobado— ante las damas que frecuentan el hotel (dicen que por su menguada estatura, 1,47 metros). Murmuran por los pasillos que un trauma infantil malogró su crecimiento después de que uno de sus hermanos, el favorito de mamá, se matara en un accidente de patinaje al partirse el cráneo contra el hielo. La extrema desatención de la madre, engullida por una voraz depresión desde entonces, desarboló los afectos de nuestro visitante, convirtiéndolo en lo que Oscar Wilde llamaba un «sentimental»; esto es, alguien que desea gozar del lujo de una emoción sin pagar por ella.
HOTEL CADOGAN
Un relato gótico del padre de Peter Pan
Una icónica ilustración de ’Peter Pan y Wendy’ por Mabel Lucie Atwell.
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