EL LIBRO DE LA SEMANA

Crítica de 'El hombre de la bata roja' de Julian Barnes: entre la hipocresía y el progreso, la Belle Époque

Una deliciosa zambullida vivificante en las aguas del cambio de siglo que no le hace ascos al chismorreo

El escritor británico Julian Barnes, en su última visita a Barcelona. / ROBERT RAMOS

Ya conocíamos la francofilia del escritor británico Julian Barnes, que saltó a la fama con su original aproximación al padre de Madame Bovary, 'El loro de Flaubert' (1984). Luego vendrían otras novelas con la mirada puesta en el 'fin-de-siècle' efervescente, como por ejemplo 'Niveles de vida', en la cual ya aparecía Sarah Bernhardt. La incombustible actriz vuelve a asomar la nariz en esta última entrega gala: 'El hombre de la bata roja' (Anagrama/Angle). Aquí Barnes se fija en un trío formado por dos aristócratas —el conde Robert de Montesquiou, poeta y famoso por sus excentricidades, y el príncipe Edmond de Polignac, músico y mecenas (tras su matrimonio con la rica americana Winnaretta Singer)— y un burgués, Samuel Pozzi, ginecólogo excepcional, por cuyas manos pasó la flor y nata de la Belle Époque. El trío en cuestión viaja el verano del 1885 a Londres, donde el mismo Henry James les hace de cicerone. 'El hombre de la bata roja' es Pozzi, que fue retratado con esta teatral vestimenta por John Singer Sargent en 1881. Sin embargo, no se puede decir que sea el protagonista del libro, sino más bien el pretexto para hacer desfilar toda una serie de personajes variopintos en un cuadro impresionista, hecho de digresiones, anécdotas y análisis literarios de obras clave, como 'À rebours'.