EL LIBRO DE LA SEMANA

Crítica de los 'Diarios' de Chirbes: como un cuadro despojado de Bacon

Las confesiones póstumas del escritor son implacables tanto para sí mismo como para los demás

Rafael Chirbes. / ARCHIVO

En julio de 2009 la revista ‘Eñe’ invitó a Rafael Chirbes (Tavernes de la Valldigna, 1949–2015) a compartir algunas páginas de sus diarios íntimos, ofrecimiento que aceptó con reparos: «Se quiera o no, una cosa es escribir a vuela pluma en cuadernos que tienen vocación de combustible para el fuego literario […] y otra muy distinta, hacerlo para el público». Enfrentado, pues, al dilema que ya se había planteado Gombrowicz—«¿para quién escribo? Si es para mí, ¿para qué va entonces a la imprenta? Y si es para el lector, ¿por qué finjo dialogar conmigo mismo?»—, al escritor valenciano no debió de desagradarle el tanteo experimental en ese y otros medios, pues en algún momento decidió comenzar a ordenar los diarios, pulirlos con vocación de estilo y testamentaria, dejar el material dispuesto para la publicación después de su muerte. Al cabo, como afirma el profesor Fernando Valls en uno de los dos prólogos de la edición, el texto resultante es un magnífico «regalo» para sus lectores, los albaceas huérfanos de su legado.