Si hubo una institución que en los tres últimos lustros del siglo XX mereció la consideración de “más que un club”, ese fue el videoclub. Nacido como un mero apéndice de las tiendas de electrodomésticos que a principios de los años 80 ofrecían películas para alentar la compra de aparatos reproductores, el negocio del alquiler de cintas de vídeo conoció en España una expansión rapidísima (y descentralizada, a diferencia de lo que ocurre con el comercio actual) que revolucionó por completo los hábitos de ocio y consumo de la población. A mediados de la década, el videoclub se había convertido ya en el auténtico epicentro de la vida social y cultural de los barrios y los pueblos, y el impacto que tuvo especialmente en las periferias urbanas de clase trabajadora en las que la oferta de ocio y cultura iba poco más allá del bar y las máquinas recreativas es incalculable.
Crónica de una revolución
Auge y caída de la era del videoclub
Con testimonios de empresarios, distribuidores, dependientes, productores, cineastas y coleccionistas, Xavi Sánchez Pons recrea en 'El almanaque del vídeo' los días en los que el VHS era el rey de la industria audiovisual
Xavi Sánchez Pons, autor de ’El almanaque del vídeo’, en el pasillo de los VHS de Video Instan. /
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