La cocinera del hotel, la señora Patmore, guarda en la despensa bajo llave una vieja caja de galletas donde custodia nuestras propinas, la porción que el cuerpo de casa en su conjunto destinamos cada mes a sufragar el coste de nuestro gran vicio; esto es, la adquisición de más y más ejemplares para la biblioteca del Cadogan. Desde hace unos meses, andamos enamoriscados a rabiar de un libro con cubierta en tapa dura de terciopelo negro, dentro de una caja hecha a mano con un troquelado de vidrio acrílico, un ejemplar de coleccionista presentado por Titilante Ediciones: ‘Post Mortem’, la colección de retratos mortuorios del actor Carlos Areces, acompañado de un texto bilingüe (inglés, castellano) de Virginia de la Cruz Lichet, gran experta en la fotografía de difuntos. Se ha hecho una tirada muy cortita de 1.839, una cifra elegida porque ese fue el año en que Louis Daguerre presentó al mundo, en París, un ‘engendro’ que parecía investido de poderes paranormales: el daguerrotipo.
Hotel Cadogan
El bizarro arte de fotografiar difuntos
El libro ‘Post Mortem’ muestra la colección de retratos mortuorios del actor Carlos Areces
Una fotografía de ’Post Mortem’.
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