Tanta devoción profesamos en el viejo Cadogan por la lluvia escenográfica, los sándwiches de pepino y los caserones destartalados que, arracimados en el jardín, hemos chapoteado de placer, cual piara en el lodazal, con la lectura en voz alta de ‘La anciana señora Webster’, reeditada por Alba en su colección Rara Avis. Pues eso fue su autora, Caroline Blackwood (1931-1996), un pájaro bello, extraño y volandero cuyo talento, en el periodismo y la narrativa, resultó eclipsado por una biografía pirotécnica, salpicada de amantes y maridos -entre ellos, el pintor Lucian Freud, quien la retrató en varias ocasiones-, de hijos, escándalos, juergas con la bohemia y galones de vodka. Una perla negra, lady Blackwood. Rara y vulnerable
Hotel Cadogan
Bombones rellenos de anfetamina en un caserón del Ulster
Caroline Blackwood fue un pájaro bello, extraño y volandero cuyo talento resultó eclipsado por una biografía pirotécnica
Caroline Blackwood. /
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