La OBC estrenó su flamante Festival Mozart Nits d'Estiu en una Sala Pau Casals del Auditori con el aforo permitido casi al completo y contando como solista con el pianista hispanoholandés Albert Cano Smit. Se trata de un virtuoso que se está formando en la Juilliard de Nueva York y que impresionó gratamente con su actuación en el 'Concierto para piano Nº 21 en Do, K 467' de Mozart (1785). Estuvo preciso en los 'tempi' y la verdad es que podría haber estado mejor arropado por la dirección del italiano Andrea Marcon y por un conjunto que, pese a su concentración, exhibió desencuentros en varias ocasiones, sobre todo en el 'vivace'.
Cano Smit, tanto en sus 'cadenzas' como en el popular 'Adagio', se mostró enteramente convincente, fraseando con gusto y luciendo una técnica corporal particular. Por eso sorprendió, además de los desencuentros con Marcon, cierto desequilibrio sonoro entre este solista delicado y detallista y una orquesta sonora en exceso. Agradeciendo el cariño del público, regaló un Bach virtuoso.
Hermosa obra de Baguer
Antes, Andrea Marcon dirigió la breve 'Sinfonía núm. 2 en Do menor' escrita en 1790 -un año antes de la muerte de Mozart- por el catalán Carles Baguer, organista de la Catedral de Barcelona y prolífico compositor de quien este mismo curso la OBC presentó su 'Quinta sinfonía'. La obra, sencilla y hermosa, mostró su espíritu clásico muy bien expresado en una aseada interpretación salvo en el arranque del 'Allegro' final.
Despidió la velada la 'Sinfonía núm. 39 en Mi b, K 543' (1788) de Mozart, obra de plena madurez, genial y espectacular ya desde la introducción, resultando lo más redondo del concierto, aunque el 'Finale' también acusó falta de limpieza y de ajuste sobre todo en la exposición del tema principal en la cuerda. Marcon apostó por el sonido y no por el detalle, y eso se notó. Y en medio de todo ello se escapó el anuncio de salida de la sala sin conseguir desconcentrar a los intérpretes.