«Una enfermera rusa fue obligada a inyectarnos en la vagina o, mejor dicho, en el cuello del útero, un líquido que ni ella seguramente sabía lo que era. Al salir de la maldita enfermería, entre mis piernas caían unas gotas amarillas que al mismo tiempo iban quemando la piel». Así recordaba Alfonsina Bueno, cómo fue utilizada por el doctor de las SS Karl Gebhardt como conejillo de indias cuando llegó, en 1944, a Ravensbrück, campo de concentración al que fueron deportadas 132.000 mujeres capturadas en 40 países. Las graves secuelas ginecológicas de aquel veneno acompañaron de por vida tras varios pasos por quirófano a aquella republicana nacida en Zaragoza y criada en Berga que vio cómo los alemanes «mataban a palos a una muchacha» hasta dejarla hecha «trocitos». «Antifascista, amante de la paz y de la libertad», como ella misma se describía, siempre guardó rencor a los nazis, señala su nieta, aunque «eludía cualquier pregunta» sobre la Segunda Guerra Mundial y «callaba y se refugiaba en su casa rodeada de animales».
11 españolas que superaron el infierno nazi de Ravensbrück
El libro 'Noche y Niebla en los campos nazis', de Mónica G. Álvarez, reivindica las historias de un puñado de mujeres antifascistas, muchas de las cuales formaron parte de la Resistencia francesa contra Hitler tras la Guerra Civil y fueron detenidas y deportadas a los campos de concentración
Sus historias particulares, al final de esta noticia
Mujeres presas tras las alambradas del campo nazi de Ravensbrück. /
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