Después de más de un año de actividad bajo mínimos históricos, con prohibiciones expresas, aforos liliputienses y mucha niebla en el horizonte, la música en directo vive señales de reanimación, aunque sigan en la picota parcelas importantes, relativas a los macrofestivales, al tráfico de giras internacionales y a las salas de concierto. Pero la oferta de este verano luce multiplicada respecto a 2020, hay hambre acumulada de la ciudadanía, que tal vez haya podido ahorrar en tiempos de confinamiento, y los programadores advierten de un ritmo de ventas acelerado respecto a cualquier temporada anterior, con ‘sold outs’ urgentes que transmiten cierta ansiedad del público por no quedarse sin entradas.
Recuperación de la música en directo
Hambre voraz de conciertos
La venta de entradas registrada por los festivales, más acelerada que en años prepandémicos, refleja las ganas del público de recuperar la normalidad
Concierto de La Bien Querida en el ciclo Monumental Club, en Barcelona el pasado 24 de abril /
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