La cantante francesa Françoise Hardy, de 77 años y que se había retirado de los escenarios hace unos años por un tumor, ha pedido ahora que se le ayude a morir. La también modelo y actriz, famosa en los años 60, ha desvelado que el fin de sus días puede estar muy cerca en una entrevista concedida a la revista francesa 'Femme Actualle', en la que habla de lo dura que está siendo esta etapa del cáncer de faringe terminal que padece.
La mítica cantante francesa ha subrayado que los tratamientos de radioterapia e inmunológicos a los que se ha sometido han tenido efectos secundarios "de pesadilla" y que "me pudrieron la vida durante dos años y me debilitaron cada vez más por la ausencia de saliva, la falta de irrigación de toda la zona otorrinolaringológica, sequedad general y hemorragias nasales, y otros problemas asociados. También se ha producido una disfunción tiroidea. En cuanto al tímpano y las secreciones de la otitis serosa, me he quedado sorda", explica con gran crudeza en el magacín semanal.
Sufrimiento "terrible"
Los dolores son inmensos y apenas puede tragar. “Mi sufrimiento físico ya ha sido tan terrible que tengo miedo de que la muerte me obligue a pasar por un sufrimiento físico aún mayor”. La morfina ya no calma los dolores, cuenta. “Siento que la muerte está cerca. Sé que la muerte es solo la del cuerpo que al entregar el alma la libera, lo que le permite volver a la dimensión misteriosa de donde vino, enriquecida con todo lo que le habrá enseñado su última encarnación”, dice la cantante.
Es por ello por lo que la artista pide la legalización de la eutanasia en Francia, consciente de que, debido a su notoriedad, ningún médico querrá arriesgarse a realizar una práctica ilegal con alguien famoso. “No lo pido para que los médicos accedan a cada demanda que se produzca, sino para acortar el sufrimiento innecesario de una enfermedad incurable desde el momento en que se vuelve insoportable”.
La intérprete del famoso single de 'Tous les garçons et les filles' (1962) explica en la misma entrevista que ella así lo hizo por su madre, que sufría una enfermedad degenerativa, y a quien ayudó a que practicasen la eutanasia.