Los más veteranos de entre el servicio aún recuerdan la noche en que llegó al hotel un farero barbicano, cojo y con la misma y palabrería pirotécnica que el capitán Ahab: «Así se bebe de un trago la rebosante vida. ¡Mozo, vuelve a llenar!». Y venga buches y buches de ron o grog, servidos en vaso de peltre. Era la primera noche del torrero lejos del faro, una noche de agasajo en el Cadogan por su jubilación, por los años de servicios prestados en la torre de Sule Skerry, apenas una salpicadura de rocalla, la más lejana de las islas Orcadas. No dejó que los criados pegaran ojo, embelesados como los tenía con su vida de vigía, sentados a su alrededor sobre la alfombra de la biblioteca, con las quijadas descolgadas de asombro, sin perder palabra.
Hotel Cadogan
La fascinación por los faros en la literatura
Desde la antigüedad, desde la 'Ilíada', múltiples obras cobijan entre sus páginas torres vigía, el halo de esperanza entre las tinieblas
JM Turner El faro de Bell Rock
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