Premios de Hollywood 2021

'Otra ronda': ¿por qué la oda etlítica y humanista de Thomas Vinterberg ganará el Oscar?

  • Analizamos los motivos que hacen de la película protagonizada por Mads Mikkelsen la favorita en la categoría de filme internacional

Mads Mikkelsen, en un fotograma de ’Otra ronda’.

La sensación, desde que empezó a circular en festivales, es que ‘Otra ronda’ asume sin complejos la condición de película europea más importante de esta temporada. Pese a tener detractores, ha sabido conectar con un amplio espectro de público. Los cuatro títulos con los que compite, incluyendo 'Quo Vadis, Aida?', tienen un alcance menor, tanto por el tipo de propuestas como por el desconocimiento de sus directores. En eso, el díscolo Thomas Vinterberg juega con ventaja.

Repercusión internacional

Con la excepción de 'Quo Vadis, Aida?', la producción de Bosnia Herzegovina que llegará a nuestras salas la primera semana de mayo, ninguno de los otros filmes nominados al Oscar en la categoría de mejor película internacional ha gozado de la repercusión de la firmada por Vinterberg. Por éxito comercial, ya que ‘Otra ronda’ está funcionando muy bien en los cines, y por premios: sus cuatro protagonistas ganaron la Concha de Plata compartida a la mejor actuación masculina en el festival de San Sebastián -y lo celebraron telemáticamente brindando desde un bar en la gala de clausura del certamen–, el filme triunfó en los Premios del Cine Europeo arrasando con los galardones de mejor película, dirección, guion y actor (Mads Mikkelsen, esta vez en solitario) y es una de las nominadas en la categoría de película de habla no inglesa en los Globos de Oro y los BAFTA.

Mikkelsen, un valor seguro

Mads Mikkelsen es el nuevo Jack Palance. La definición es del crítico Jordi Batlle, y resulta muy acertada. Su rostro anguloso, su mirada penetrante, su porte imperturbable, su capacidad para ser héroe y malvado, secundario y protagonista. Puede ser el más perfecto de los villanos, sin estridencias, pétreo y contenido, como en ‘Chaos walking’, una fantasía futurista de próximo estreno, o un guerrero atávico como el que lució a las órdenes de otro de sus amigos daneses, Nicolas Winding Refn, en ‘Valhalla rising’. En ‘Otra ronda’ muestra todas sus vertientes, de la más dura a la más frágil. Es uno de los rostros masculinos de moda en el cine europeo y su presencia hace ganar adeptos a la causa de ‘Otra ronda’, porque no es tan fácil interpretar bien, de manera creíble y cercana, a un personaje que decide convertir el alcohol en la salida positiva a todas las crisis en las que se ve inmerso.

Unos cuantos años atrás, Mikkelsen era un actor más o menos conocido, pero de ningún modo alguien que arrastrara legiones de seguidores a una sala cinematográfica. Tras ser Hannibal Lecter en una serie de televisión o el villano sádico al que se enfrenta James Bond en ‘Skyfall’, su cotización y popularidad subieron unos cuantos enteros: nada mejor para un buen actor europeo como hacer alguna cosa decente en Hollywood y sus aledaños, en inglés antes que en cualquier otra lengua.

 Pero donde ha lucido sus mejores galas es con Vinterberg, un cineasta que también ha pasado de la rebeldía iconoclasta como bandera -recuerden los tiempos de ‘Festen (Celebración)’ y la creación del Dogma 95- a un cine que busca ese equilibrio tan difícil entre el entretenimiento y la reflexión, el ruido y la furia. ‘Otra ronda’ es de esas películas que caen simpáticas pese a que presenta situaciones y personajes, si no antipáticos, sí bastante alejados de lo que entendemos por gratificantes. Y eso es algo a tener en cuenta.

El alcohol, sin moralina

En general, el cine ha presentado de forma tremendista el tema del alcohol. La adicción etílica ha dado pie a dramas muy intensos. ‘Otra ronda’ le da la vuelta por completo. No es una apología alcohólica, pero sí que plantea de manera bastante realista la relación del ser humano con las bebidas de alta graduación. Los protagonistas son profesores, así que tampoco se trata de una disquisición en torno a los valores estimulantes o autodestructivos que el vino, el whisky o la absenta procuran en el artista torturado. Su acercamiento es razonable, nada timorato. No es un panfleto contra la bebida ni una reivindicación de la tasa de alcohol en el cuerpo. Pocos filmes lo han tratado desde esta perspectiva, así que por ahí Vinterberg tiene algo ganado en una carrera al Oscar marcada por reivindicaciones de género, raciales y de otras cuestiones éticas.

El auge danés

Hubo un tiempo no tan lejano en que molaba el cine iraní. Y después las cinematografías asiáticas, encabezadas por Bong Joon-ho -el último ganador del Oscar a la película internacional con ‘Parásitos- o Wong Kar-wai. También le tocó reivindicarse al cine rumano tras el éxito hace 13 años de ‘4 meses, 3 semanas, 2 días’. Pero si hay una cinematografía que ha crecido exponencialmente en los últimos años, esa es la danesa. De los otros universos nórdicos, el cine islandés ha dado algunas pequeñas joyas, y en Finlandia sigue infatigable Aki Kaurismäki, aunque cada vez ruede menos. Pero en Dinamarca, cuna de Carl Theodor Dreyer, Von Trier y Vinterberg están más que instaurados, y el otro ‘enfant terrible’, Nicolas Winding Refn, ha seguido en su línea provocativa con películas y series de televisión de gran alcance. Todos han dado el salto al cine anglosajón o con actores internacionales (‘Drive’, ‘Melancolía’, ‘La casa de Jack’, ‘Lejos del mundanal ruido’) y este sería un buen Oscar para refrendarlo.