Resultó que no era lo que yo pensaba. El remodelado de la organización de la librería de infantil y juvenil vino acompañado de una nueva distribución de los libros y de nuevos carteles informativos. Fuimos reconociendo las categorías familiares: álbum ilustrado, novela juvenil, infantil, primeros lectores, más seis, más ocho, más diez, más doce, distopías, fantasía, youtubers (sí, youtubers). Y llegamos a "Romance paranormal". Le pregunté a mi hija Claudia, comparatista ilustre que hizo cambiar a la editorial el nombre equivocado de uno de los personajes de la serie de libros de Geronimo Stilton, pero nada sabía. Repensé mis categorías, géneros, subgéneros, clases, tipos y especies (la teoría de los géneros es “una vasta paráfrasis de Aristóteles”, decía un catedrático). Hice mis elucubraciones: quizá “romance” se refiera al tipo de narración novelesca con presencia de lo maravilloso y lo fantástico (hay romance en inglés, romanzo en italiano, romance en castellano, romanç en catalán, romance en portugués, roman en francés, pensaba yo). Quizá haya una errata en el adjetivo, deduje, y no sea “paranormal” sino “para normal”, para el lector normal (rollos de la overinterpretation, ya saben). Eran todos pensamientos guiados por un prurito de imperativo categórico.
Periféricos y consumibles
Romance paranormal
Anaquel de libros con el epígrafe ’Romance paranormal’. /
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