Dado que la arqueología es una forma de mirar al ayer para entender el hoy y el mañana, es lógico que 'La excavación' -que recrea un importante hallazgo de restos enterrados en la Inglaterra rural en los albores de la Segunda Guerra Mundial- intente reflexionar sobre cómo lidiamos con la idea del tiempo, la dudosa fiabilidad de la Historia y la fragilidad de la existencia humana. Y para ello se centra en dos personas que s desempeñaron papeles cruciales en aquel evento: la viuda en cuya casa tuvo lugar el descubrimiento de los restos (Carey Mulligan), y el hombre que fue contratado para sacarlos a la luz y a punto estuvo de ser borrado de los anales (Ralph Fiennes).
La película ondea algunas ideas ambiciosas -por qué importa exhumar el pasado aun cuando el futuro es incierto, por qué vivir a fondo el presente es esencial para alcanzar la posteridad- y transcurre convencida de su propia trascendencia, como dejan claro su tono etéreo, sus diálogos solemnes, su cinematografía amanerada y su autoconsciente contención dramática.
Pero la vaguedad en el trazo de los personajes y algunas subtramas que irrumpen repentinas e injustificadas le impiden alcanzar la significancia pretendida, y su obsesión por el decoro la hace mostrarse tan emocionalmente reprimida como sus personajes.