El mundo de la literatura depara asociaciones extrañas, y esta es una de ellas: la que formaron el famoso novelista Graham Greene, un coloso de las letras grande como un molino de viento, amable y a la vez dueño de un explosivo mal humor, y un sacerdote gallego anónimo, admirador incondicional del escritor británico que en 1964 dio el primer paso hacia la fructífera amistad al escribir la primera carta de un profuso intercambio epistolar. Entre 1976 y 1989, Leopoldo Durán y Graham Greene viajarían 15 veces en coche por España y construirían una relación sólida y entrañable, forjada en torno al arte de la conversación, no exenta de desencuentros, regada con abundante vino (si era Marqués de Murrieta, mejor) y llena de momentos memorables. Los cambió a los dos. Pero sobre todo al cura.
Vino, espías y literatura: los 15 viajes de Graham Greene por España
'Viajes con mi cura', de Carlos Villar Flor, hace una exhaustiva disección de las correrías del escritor británico por España entre 1976 y 1989
Greene, tumbado junto a Durán durante una parada en uno de sus viajes. /
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