La llegada del coronavirus ha vuelto a poner el foco sobre uno de los fenómenos juveniles más controvertidos: el botellón. Los locales de ocio nocturno siguen cerrados. Los bares están abiertos, aunque muchos jóvenes no tienen ingresos suficientes para poder pagarse copas. En esta situación, los parques y otros espacios al aire libre son la principal opción de ocio en grupo para generaciones enteras de jóvenes abocados al paro o la precariedad laboral. Sin intención de hacer una apología del botellón, el antropólogo José Mansilla cree que "la estigmatización del botellón es otra vuelta de tuerca a la criminalización de todo lo que pueda pasar en la calle". "Y esta dinámica no es nueva. La llevamos arrastrando dos siglos, desde el invento del hogar burgués", contextualiza.
FENÓMENO ESTIGMATIZADO
El botellón es cultura
Las reuniones de jóvenes en el espacio público fueron el origen de numerosos estilos musicales, del doo-wop al hip-hop
Preparativos para una ’block party’, en Nueva York, en los años 70.
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