Hay festivales que brotan y festivales que aterrizan, festivales que cultivan y festivales que exprimen, festivales que polinizan y festivales que parasitan, festivales que susurran y festivales que aplastan. En cualquier caso, todos generan flujos de personas que se desplazan atraídas por determinados sonidos. Dicho así podría parecer hasta bucólico. Suena bastante peor si se le llama turismo festivalero. En el Eufònic podrían agenciarse un término más sutil: turismo sonoro.
OTROS ESCENARIOS POSIBLES
Eufònic, un festival que escucha
La cita cultural de las Terres de l'Ebre programó en su novena edición un taller para agudizar el oído y disfrutar los paisajes sonoros que nos rodean
La etnomusicóloga Ilaria Sartori (con la bolsa colgada) y sus talleristas descubren la banda sonora de la Encanyissada /
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