Con el amor sucede lo del melón. Se enamora uno y la pifia o, mira por dónde, corta la primera raja y suena la flauta mágica de la complicidad. De eso va esta historia, del amor en sus múltiples facetas y a la misma vida, que sorprende con unos volantazos de aúpa, como le sucedió a la uruguaya Cecilia Picún. Se enamoró de un viudo catalán y, tras una larga relación epistolar, se lio la manta a la cabeza, y aquí está. En Sabadell, al mando del LibreRío de la Plata, un santuario de papel que inauguró hace siete años, el 14 de febrero, día de los enamorados, no por elección premeditada -habría sido una cursilería impropia-, sino por carambola, porque coincidió con la fecha en que acabaron de instalar las estanterías y, ya puestos, aprovechó la sincronía para dedicar el escaparate a la fiebre libresca. Y a la otra; la que arde.
Abierto por vacaciones
Una locura justificada
Cecilia Picún nutre en Sabadell una librería dedicada (o casi) a los autores latinoamericanos
Cecilia Picún, la librera de LibreRío de la Plata, con su recomendación: ‘El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes’ (Impedimenta), de Tatiana Tibuleac. /
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