CRÍTICA DE CINE

'Gretel & Hansel': una revisión feminista e hipnótica

Osgood Perkins firma una fascinante aproximación al clásico cuento de hadas

Estrenos de la semana. Tráiler de ’Gretel y Hansel’. / periodico

Gretel y Hansel ★★★★

Dirección:  Osgood Perkins

Reparto:  Sophia Lillis, Samuel Leakey, Alice Krige, Jessica De Gouw

País:  Canadá / Estados Unidos / Irlanda / Sudáfrica

Duración:  87 minutos

Año:  2020

Género:  Terror

Estreno:  24 de julio del 2020 (exclusivo en Prime Video)

'Gretel & Hansel' no es la primera versión (aún más) terrorífica del cuento popularizado por los Grimm. Por ejemplo, '¿Quién mató a Tía Roo?', dirigida por Curtis Harrington en 1971, era una revisión macabra con una Shelley Winters en los brazos del delirio, y 'La nueva pesadilla de Wes Craven' se nutría claramente de aquel relato en su recta final. 

El giro que ahora propone Osgood Perkins ('Soy la bonita criatura que vive en esta casa') es, además de siniestro, claramente feminista. Podríamos decir que es a 'Hansel y Gretel' lo que 'En compañía de lobos', de Neil Jordan, a 'Caperucita Roja'. Gretel (una Sophia Lillis con corte de pelo al estilo de la más canónica Mia Farrow) predomina en el título. También es la hermana mayor, no la pequeña. Hansel (Samuel Leakey) no lloriquea demasiado, pero aún menos lo hace ella, un personaje siempre alerta, dotado de clarividencia, que enseguida sospecha de esa señora mayor, Holda (Alice Krige), empeñada en atiborrarlos con manjares de dudosa procedencia en su extraña casa.    

'Gretel & Hansel' arrebata por su nueva enredadera de relaciones, con esa bruja que es casi madre con síndrome de Münchhausen, o su inspirador componente de empoderamiento (el desenlace invita a soñar con una franquicia), pero quizá, sobre todo, por su aparato visual fascinante. Perkins se supera a sí mismo como ilustrador de pesadillas en esta serie de tableaux vivants (en curiosa relación de aspecto, 14.9, ni ancho ni cuadrado) de sombras profundas y rojos oscuros; la fotografía de Galo Olivares es de otra dimensión. En su clímax se detectan rastros de la exuberancia surrealista de Tarsem Singh. De esa clase de experiencia hablamos. Mejor verla en tele que no verla, pero esto merecía el cine.